Las últimas décadas parecen estar marcadas por ser la era del lector. La figura del lector, especialmente crecida en el Lector in fabula de Umberto Eco, ha gobernado buena parte de la crítica literaria de los últimos años, en detrimento de la figura del autor. Ahora bien, ¿qué sucede cuando el lector es también autor, cuando lectura y creación se funden en un proceso creativo que genera una nueva obra? Según Borges, de una u otra manera leemos los mismos libros; unas voces se apropian de otras voces.
Así, Carmen Vincenti, febril lectora y crítica literaria en su vida anterior; prolífica narradora venezolana en este nuevo siglo, nos presenta hoy su Cuentos de cuentos (Caracas: Equinoccio/ Universidad Simón Bolívar, 2008). En esta obra, con este llamativo título que evoca las cajas chinas o las muñecas rusas, imágenes de la crítica literaria que hablan de historias contenidas en otras historias, Carmen Vincenti hace de la escritura un instrumento lúdico para contestarse varias preguntas: ¿Qué hubiera pasado si la protagonista de Doña Flor y sus dos maridos hubiera sido un hombre? ¿Cómo se hubiera comportado su fantasma en femenino? o, ¿cómo se vería
Esta estrategia lúdica de Carmen Vincenti se percibe como una constante en su obra narrativa. Ya su primera novela, En cristales de cuerdas de arena (2000), desde el título que apelaba a “Las ruinas circulares” de Borges, recurría a las recreaciones-relecturas. En cualquier párrafo asomaba un intertexto que se colaba huyendo de otra obra de algún autor o autora latinoamericanos a quien nuestra escritora rendía homenaje velado. En Cuentos de cuentos, en cambio, los artificios de la construcción están a la vista, desde cada uno de los epígrafes que acompañan cada relato y que invitan a los lectores a buscar los originales para leer con ellos los nuevos originales por ella producidos. También el juego se establece en el interior de los cuentos, como cuando en el “Diario de una señora que se fastidia” se menciona como chisme social la historia de la protagonista de la segunda novela de Vincenti, Y la sombra como siempre detrás de sí misma (2001), o en Mis ciudades se recurre a la estrategia de Noche oscura del alma (2005) de introducir noticias de prensa que contrastan los hechos ocurridos desde una perspectiva distante con las vivencias personales de los mismos hechos de los personajes involucrados.
Llama la atención en estos cuentos las diferentes posibilidades narrativas exploradas. Así, en el cuento “Corazón herido”, que se apropia de la narrativa del bolero, se hace importante estructurar el texto a partir de imágenes prácticamente visuales, que resultan evocadas no por los textos de los boleros sino por sus “lectores” naturales, es decir, los oyentes que en el espacio de un bar se identifican con los sentimientos plasmados en las canciones. Se trata, entonces de imágenes masculinas sufrientes como las de las voces que narran la desdicha de los enamorados no correspondidos. Más difícil, por otro lado, resulta el diálogo intertextual entre el cuento “La casa de Bernardo Alzaga” con una obra teatral como La casa de Bernarda Alba, pues ello supone la escenificación dentro del cuento de un guión, o la elaboración a la manera de la novela de Teresa de
Hace algunos años, en una de las célebres Bienales Mariano Picón Salas, de Mérida, Carlos Sandoval se preguntaba si los profesores de literatura que escribían obras de creación en sus horas libres podían llegar a ser buenos escritores. En aquel momento, pensé que había un gran peligro de no lograrlo, que estuviera en contra de la creación tanta contaminación de la tarea crítica, tanto diseccionar las obras de otros para explicitar cosas a través de sistemas que desconciertan con frecuencia a los escritores que no trabajan como académicos. En una ocasión una escritora, escuchando un trabajo sobre su obra que aplicaba la teoría de la narratología de Gérard Genette me preguntó mientras se desarrollaba la lectura, “¿diégetico, extradiégético? ¿Con qué se come eso?” Definitivamente, aunque en su vida anterior Carmen Vincenti fue profesora y crítica con el alias de Carmen Bustillo, ello más bien ha nutrido su capacidad creadora y enriquecido su escritura.
En esta nueva obra de Carmen Vincenti encontramos a una escritora madura, con un gran dominio del lenguaje narrativo, con una gran capacidad de hacer de su amplio bagaje de lecturas materia de creación literaria. Felicitémosnos, pues, nosotros lectores. Es nuestra hora.
Luz Marina Rivas
* Palabras de presentación en Librería Alejandría I, el 14 de marzo de 2009, en el marco de la 1ª Semana Equinoccial.
Ilustración: "Dada Siegt", Raoul Hausmann
2 comentarios:
¿No hay un vinito virtual para pasar las palabras de Luz Marina?
¿No sé, digo yo?
-vaya un saludo al equipo de por aquí...de todas maneras-
Los vinitos virtuales llevan a una embriaguez digital, y se sabe que los dígitos son altamente necesarios a la hora de escribir. Por eso recomendamos la asistencia a los eventos organizados por la editorial Equinoccio para toda esta semana: allí se consiguen bebidas de las buenas.
Saludos y gracias por la visita y comentario.
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