La construcción del libro ¡Señoras! (Mérida: Solar, 1991), de Nuni Sarmiento tiene como base tres relatos: “La familia”, “La niñidad” y “¡Señoras!”, un trío de historias que parecieran ser distintos momentos de una realidad caracterizada sobre todo por su vasta permeabilidad, que dan cabida a una voz en relieve capaz de alterar el orden conocido y de jugar con las leyes de la realidad, como si tratara un producto blando y maleable. La autora, por medio de este principio de composición, postula un universo de esencia inquietante y surrealista. No sólo nombra al mundo, ni se limita a nombrarlo con otro lenguaje, el idioma literario o metafórico sino que construye un nuevo orden a partir de un gesto que nada tiene de sobrenatural.
En este libro lo asombroso es posible desde lo conocido: una familia y su peculiar manera de vivir y organizarse, la niña que escucha a las señoras o el discurso de un enamorado con la imperiosa necesidad de disculparse. Aunque parecieran motivos corrientes y llanos en realidad son pequeños universos cargados de humor, ironía y alteridad, atentando siempre contra la estabilidad acostumbrada de la realidad exterior y la lectura sobre ella.
Los textos se afirman en su extrañeza, intervienen una escena cotidiana y la reducen al absurdo y a un delirio fascinante. Las primeras líneas del libro pudieran evidenciar algo esta esencia narrativa:
Hoy es el día de sacar la rabia. De siete a ocho, la familia se sienta alrededor de una mesa y saca toda la rabia de la semana. Es muy fácil sacar la rabia. Cuando a uno le llega el turno o cuando la ocasión lo amerita (no somos estrictos en eso de los turnos), tiene que acordarse de toda la rabia que le dio, por ejemplo, encontrar una cucharita sucia sobre la mesa de la cocina o un pelo en el lavamanos (…) La rabia se saca el jueves, todos los jueves de siete a ocho, está prohibido sacar rabia fuera de horario (p. 9).
En “La niñidad” podemos encontrar parajes de esta naturaleza delirante “yo me divierto, ustedes saben, trasladándome al interior de una señora” (p. 18), y más adelante, en el mismo cuento, nos presenta una escena donde el delirio llega a la cumbre del paroxismo:
La señora se encamina a la cocina, toma una caja de fósforos, prende fuego al apartamento del vecino y desaparece por la puerta. Yo trato de seguirla pero me quedo atrapada entre las llamas. ¡Señora! grito, y corro en la humareda buscando una salida. ¡Señora! grito, y tropiezo con el cadáver del vecino. ¡Señora! vuelvo a gritar, y allá a lo lejos oigo la vocecita de la niña que me llama. Entonces, a punto de ser devorada por el fuego, recuerdo que estoy en la imaginación de la señora, salgo atropelladamente de ella y caigo, no en la niña que llora en su sillita, sino aquí, en esta señora, la horrible señora de los zapatos verdes, la colérica señora que me odia (págs.23-24).
Esta triada de escritos son relatos imprevisibles, cuyo nacimiento pareciera emanar del tono obsesivo de algunos de los personajes de Sarmiento, que por tanta repetición es capaz de levantar un nuevo escenario transgresor de la natural estabilidad familiar de nuestros sentidos. La propuesta se basa más en el humor o la exageración de un personaje que en una simple evasión que no tiene referente conocido. En fin, la dimensión del proceso creador que logra Nuni Sarmiento nos lleva a ir más allá de lo que se ve, zarandeando la costumbre de un mundo previsible en sus causas y efectos.
Ilustración: Serie “Architect´s Brother”, Robert and Shana Parkeharrison
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