Jairo Rojas, amigo y eventual colaborador de 500 ejemplares, obtuvo el III Premio de Reseñas Literarias organizado por ReLectura, cuyo fallo se dio a conocer el pasado 05 de Diciembre. Rojas participó con un texto titulado “Eme con cesura”, sobre el libro Eme sin tilde, de Luis Moreno Villamediana. Desde los 500 felicitamos a Jairo y aprovechamos la ocasión para publicar la reseña ganadora.
Eme con cesura
Primera vida, / mi corazón se mueve; / segunda vida, / mi corazón lo mueven los fantasmas; / tercera vida, / mi corazón se cuelga de las ramas. Bajo esta división tripartita comienza el poema “Historia”, del libro Eme sin tilde (Caracas: Equinoccio 2009), de Luis Moreno Villamediana. División que se extiende en la totalidad arquitectónica del poemario: “Otros inicios, o Historia de algunos elementos etcétera”, “[intermission]” y “Eme sin tilde”. Las tres partes son distintivas pero comunicativas entre sí. Sin embargo, la sustancia de su poética la encontramos en “[intermission]”, el centro, la médula que rige la propuesta estética del poemario. De este apartado, compuesto de un solo poema, emerge la imagen paradigmática que en todo el libro se torna un hecho continuo: dos aislados y aparentemente desamparados signos ortográficos (: ;), que en el quehacer poético de Villamediana actúan como elementos autónomos que se aventuran a un poética propia.
Junto a esta presencia, en el mismo texto, surge lo que es parte de la constante temática del poeta; la presencia del doble: “la vida de la que hablo / es doble / como este doble signo / en nuestro cuerpo” (p. 47).
Villamediana alienta el evangelio de la experimentación, construyendo sus textos con honduras lingüísticas y conceptuales antes que sólo miradas subjetivas, descriptivas o dramáticas del mundo. Para ello se vale, en primer término, de la composición morfológica del poema, utilizando recursos como el punto y coma, la barra inclinada, los paréntesis dentro de paréntesis, los guiones y los corchetes. El poema “Cantar digesto” es apropiado para ilustrar parte de su estética:
Odiseo/vecinos/no me llamen/
Luis/tanto gusto
(se estrechan varias manos)
(-con un guante dos guantes ningún guante) (p. 19)
Estos versos muestran quiebre del ritmo y atonalidad, oscilación y cesura. Son éstos recursos distintivos de la poesía de Luis Moreno Villamediana, autor que viene asomándose con paulatina fuerza desde su primer libro Cantares Digestos (Mérida: Mucuglifo, 1995), y cuya propuesta experimental se manifiesta con mayor notoriedad en el poemario En defensa del Desgaste (Mucuglifo 2008), libro con el que mantiene, Eme sin tilde, una especial correspondencia y coherencia estilística. Su poesía abre un inesperado pliegue de musicalidad; o mejor, una nueva musicalidad a través de las fracturas del orden sintáctico y también, por añadidura y efecto, giros inesperados del sentido o el significado de la lectura: “es temprano y hace como viento; como al llover, / sin lluvia; /, / tal vez pronto caminen frente a mí todos y cada / uno de los árboles ellos” (p.73).
Eme sin tilde expresa la búsqueda en el camino de la deconstrucción y el experimento, y por lo tanto exige al lector concentración ante las múltiples posibilidades que los diacríticos van conformando. Son textos que se desprenden de la linealidad sintáctica y lírica a favor de una imagen (inédita) en constante repliegues. Es fácil imaginar, por ende, que la temática de Eme sin tilde se enmarque en un lenguaje heterodoxo y con cierta distancia e ironía con los referentes.
El mundo externo bajo formas inesperadas: el polvo, los cuervos, el viento, la espalda, el verano o los granos de azúcar son materia versificable: “los granos de azúcar, regados / en la mesa / como planeta sobre el quieto hueco oscuro” (p. 22). De igual manera la persona Luis, que con la distancia se torna un doble, forma parte, junto al tema del amor en sus diversas inflexiones, del grueso de la temática villamediana: “Se cansa el fantasma se cansa / de esa callada eternidad de/sus solas manos / sin las manos las manos / que me cierren los ojos luego de unos años / de carne y hueso” (p.58). En suma, los atributos de Eme sin tilde apuntan hacia un compromiso de agudeza verbal, literaria y metafísica.
Ilustración: “Diego, 1953”, Alberto Giacometti
2 comentarios:
Leí la reseña de Jairo en su blog. Muy buena, y me parece un excelente colaborador para los 500.
Ademàs, tengo muchas ganas de colocarle la tilde a esa eme.
Saludos.
Hola, Gustavo:
Vamos a ver si te mandamos un acento.
Saludos.
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