lunes, 11 de enero de 2010

Edda Armas: el tallo

“Tómala por el tallo / y así bésala simple / así desnuda como se presenta // puesto que el alma tiene sus reversos / graves sonidos / que conocen muy pocos” (p. 114). Estos versos los conseguimos en uno de los últimos textos del libro Toma lo simple por el tallo (Caracas: Equinoccio/Universidad Simón Bolívar, 2009), de Edda Armas. La materia del poema, lo mismo que el contenido del libro, abarca un registro de sonidos desiguales venidos de la intimidad y de la cotidianidad de la autora, que se esclarecen en la mirada de la poeta al punto de volverlos música. El libro, por ende, podría llegar a ser el equivalente en papel de una sinfonía, aunque en el caso de Armas sería una forma de sinfonía de lo micro, del detalle, cercana a lo mínimo. No es casual que las partes que conforman la arquitectura del libro hagan referencia al ámbito musical: Andante, Adagio, Vivace, Rondó, Dueto y Fuga.

Los textos de Toma lo simple por el tallo responden a esa intención musical, en cuanto se construyen con un lenguaje de referentes desvanecidos o depurados, pero también como consecuencia de ir cercando el lenguaje hasta quedarse con lo esencial (una reducción de fronteras que también abarca los motivos de los versos, que ven en lo macro material excedente y estéril). De allí que la primera línea del libro sea: “llegar hasta lo mínimo y abrirse paso / ser lo pasajero, lo que se va” (p. 23). Tomar lo “simple”, ese conjunto de sonidos que el día a día arroja en sus prácticas y de sus rincones silenciosos como principio de composición estética.

La naturaleza de estos poemas está orientada a reproducir, por medio del asombro que apunta siempre hacia lo minúsculo, los sonidos del alma; es decir, su música particular. Un paisaje interior, por ejemplo, se manifiesta por medio del dialogo con un florero: “al colocarlas [las flores] sobre la mesa en casa / para librarnos de la soledad. / No sé, aún, si por frágiles o eternas” (p. 27). Esta virtud por la cual el detalle y lo pequeño poseen un campo de acción que abarca los diferentes matices de la condición humana, se mantiene en muchos textos. La advertencia de este esquema aparece en el primer poema, donde la autora nos dice: “la otra realidad que también oirás / en la sala de grillos” (p. 13). La experiencia (y por extensión el alma, sus gemidos o suspiros, los recuerdos que se avivan en ella y evitan las generalidades) se manifiesta en términos de flores o incluso de semillas: “la oliva quizá sea sólo semilla (…) pero ella volvería entera / porque el corazón / escucha su memoria y hoy / en tu nombre yo la evoco” (p. 89).

Si bien el campo temático se dispersa por hacer más referencia al propio lenguaje, en algunos textos se despliega un amplio espectro de emociones. Esa variedad se mantiene enlazada por medio de un motivo recurrente que, por su naturaleza y reiteración, parece encarnar el núcleo del libro: el amor. Los diversos rostros de este misterio se van hilvanando a lo largo del libro hasta conformar un cuerpo unitario en conjunción con la sinfonía particular hecha por Armas. En efecto, estos textos, nacidos bajo el impulso amoroso, desgarran sutilmente el prístino silencio, pero sin aislarlo completamente del poema: “De la palabra que quiere hacerse en ti y para ti / Buscar la sombra para tendernos eso quiero amor (…) El despertar temprano embriagados de música / Sólo el viento y la lluvia nos seducen / y allí seré otro tanto para amarte” (p. 72). La poeta en variados textos celebra la inagotable fuerza del amor que le permite ver los detalles de su intimidad y cotidianidad como objetos musicales, es decir, como otra realidad; por eso escribe: “atrapa con voracidad / lo que aún te enamora” (p. 58). Y en otras líneas, bajo otra inflexión de este sentimiento, declara: “llama entornada / risco y polen / del más torcido nudo / voluntariamente dos” (p. 55).

Toma lo simple por el tallo es un libro capaz de llegar a los íntimos vericuetos de la cotidianidad, gozando de un lirismo decantado, hasta el punto de omitir signos ortográficos y evitar los textos de largo aliento. Poemas de espaldas a lo grandilocuente, pero que encarnan una música vasta, líneas que no son simples proposiciones probables sino hechos, alzados y construidos con imágenes precisas que exigen menos malabarismos retóricos y más audacia en sus sugerencias. En fin, textos con una elección eficaz de los motivos y escritura donde las nubes, los grillos, las flores o el mar, matizados por el amor, corresponden a una capacidad admirable de reunir lo disperso y olvidado.


Jairo Rojas
Ilustración: “Tulpenabstraktion”, Beate Steinebach

2 comentarios:

juan carlos olivas dijo...

Interesante, sería genail conseguirse el libro, saludos!

Jairo Rojas Rojas dijo...

Usted lo ha dicho Juan Carlos, sería genial. Lástima que la geografía nos la pone difícil, pero a ver que se le puede hacer. Saludos.